De camino al tatuaje tribal en Filipinas

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Me despido de Palawan

Empiezo el camino que me llevaría a la última etapa del viaje por Asia y Filipinas: el tan ansiado tatuaje tribal.

Sabang Filipinas

Era hora de irme de Palawan, una isla preciosa al sur del país donde pasé una semana muy agradable con algún viejo amigo y con gente que conocí en el camino.

Desafortunadamente, había demasiados turistas por metro cuadrado (para mi gusto) lo cual camuflaba la autenticidad del lugar. Sin embargo, siempre encontraba la forma de huir de esos grupos para observar las zonas más genuinas. Respeto a los turistas que quieren ir deprisa como ovejas de un lado para otro con todas las facilidades y servicios incluidos pero no es como a mí me gusta viajar.

Playas Palawan

Estaba preparada para mi siguiente aventura que tristemente sería la última en Filipinas y Asia, por lo menos hasta ese momento. Estaba lista para explorar sola otra zona auténtica.

El viaje de seis meses por Asia llegaba a su fin. Solo me quedaba un último empujón y el hecho de haber dejado detrás tantos lugares y gente, infundía en mí un sentimiento de cansancio y nostalgia.

Llevaba viajando sola durante más de tres meses sin tener un lugar al que poder llamar hogar. Llegó un punto en el que ir de un sitio a otro, tener que esperar y coger varios medios de transporte y andar (así es cómo me gusta viajar) me desgastaban física y mentalmente pero tenía que hacer un último esfuerzo.

Puede que suene raro pero viajar cansa a veces. No es como cuando estás de vacaciones y en plan tranquilo, así no es como yo viajo. A mí me gusta ir a lugares escondidos y andar, andar mucho.

Me encanta integrarme lo más posible en la cultura que me rodea. Considero que la mejor forma de entender la complejidad de un nuevo lugar y cultura es acercándose a los lugareños, sumergiéndose en su vida diaria.

Smiley Filipinos
De izda a dcha: filipinos jugando al ajedrez, tres hermanos en Puerto Princesa y una madre con su hijo en un puesto de plátanos.

El camino al tatuaje tribal

En el avión de Puerto Princesa a Manila tuve la suerte de sentarme al lado de una señora muy simpática con quien compartí algunas de mis experiencias. Fue interesante escucharla porque ella formaba parte de una de las generaciones que tuvo que aprender español en el colegio y por tanto sabía mucho sobre mi cultura.

En un momento muy indicado me dijo: «Permíteme decirte algo Alba, no te tomes la vida tan a pecho». Fue conmovedor sentir la sabiduría que desprendía. Había sido profesora de literatura durante toda su vida y fue un placer escucharla y más con estas vistas.

Vistas de Palawan Filipinas
Vistas desde el avión.

Tras una hora y una conversación magnífica con Gloria, llegué a Manila. Cogí un taxi que me llevó a al templo Mabuhay Fo Guang Shan (si quieres leer más sobre mi experiencia viviendo en un templo budista: la sonrisa filipina) lugar que podría llamar mi hogar. Me sentí afortunada por el hecho de tener mi propia cama, lo aprecié muchísimo más después de haber estado tanto tiempo viajando sola y teniendo que buscar dónde dormir casi cada noche.

Dudé por un momento si ir a donde tenía pensado ¿debería irme o no? Era 24 de febrero y el avión de vuelta a Madrid lo tenía el 28. Tenía tres días para descubrir un lugar nuevo pero la fortaleza que había tenido durante tanto tiempo parecía desvanecerse.

Me tumbé en la cama pensando qué hacer, mirando algunas de las fotos de las semanas pasadas cuando de repente las palabras de mi madre me vinieron a la mente. “Lucha por tus sueños, Alba. Haz lo que te haga feliz.”

¿No era viajar lo que me hacía la persona más feliz del mundo? Simplemente estás cansada pero te sigue encantando. Echo de menos a mi familia…

Ni siquiera tuve tiempo de lavar la ropa así que cogí lo que tenía a mano y preparé la mochila. Metí el saco por si acaso ya que no sabía dónde dormiría, una gorra, algo de manga larga y por supuesto la cámara y el cuaderno. Estaba preparada.

De Manila al norte de la isla Luzón

Entre cansada, medio drogada por el viaje y sentimental llamé a la empresa de autobuses (Victory Liner) para reservar un billete para mi próxima escapada.

Para mi sorpresa los billetes para ese día solo se podían adquirir en ventanilla. Eran las 5 de la tarde más o menos y según la información que encontré en internet solo había dos autobuses dirección a Tabuk aquel día. Me di prisa y fui a coger el MRT (metro) solo para unas pocas paradas. En EDSA cambié de linea y entré al LRT que es donde me esperaba todo el caos. A pesar de ser un lunes estaba lleno, era hora punta, o sea, cualquiera hora en Manila. Lo gracioso fue que al salir del MRT e ir al LRT tienes que comprar otro billete y siempre hay una cola enorme, no es muy eficiente.

Compré un billete y fui a coger el LRT. Ahí es cuando vi a toda una masa de gente y me dije: Oh, oh, no voy a llegar, esto me va a llevar un rato. Había cientos de personas por todas partes y ni siquiera habíamos llegado al andén. Algunos empujaban, otros sonreían pero casi todo el mundo estaba sudando por la cantidad de gente que había. Los guardias controlaban el ‘tráfico’ y después de 15 minutos nos movimos un poco y pudimos bajar a coger el metro.

LRT Pila Manila

Cuando por fin entré al vagón una señora que estaba en frente se dirigió a mí:

—Bienvenida a Filipinas, así es Manila todo el rato, ¡mucha gente!

—Gracias, ya lo sé, llevo aquí un tiempo. Bueno, es como es. Por lo menos la gente sonríe en el metro no como en mi ciudad.

—¡Ah, ¿en serio?¿Tu marido trabaja aquí en Manila? —es una pregunta más que normal que en Filipinas, me acostumbré a oírla. De hecho ésta es bastante suave.

—No. Mi pareja está lejos de aquí. Estoy viajando.

—¿Sola?

—Sí, sola.

Su parada llegó. Según se bajaba nos despedimos y me reí pensando en cuántas veces había tenido ese tipo de conversación en Asia. A esas alturas estaba tan acostumbrada a que la gente del país donde estuviese me preguntara cosas personales que ya ni me sentía incómoda ni intimidada. Ya lo veía normal y bueno, ¡ya quedaba poco!

De hecho prefiero eso a ver a la gente en el metro con sus caras de muermos y estresados de un lado a otro como en Madrid. En Manila puede estar repleto de gente pero por lo menos sonríen, algunos de ellos, algo es algo.

Tras una hora de trayecto o más me bajé en Cubao llena de energía y entusiasmo. ¡Mi última aventura estaba a punto de comenzar! Anduve durante unos 5 minutos y llegué a la estación. ¡Sorpresa, otra cola!

Victory Liner Manila

Las colas como meditación

Las colas son un paso muy importante en cualquier viaje. Unos minutos de diferencia pueden decidir que cojas ese autobús que te lleve a donde tenías pensado o significar que no tengas dónde dormir esa noche y que por tanto tengas que quedarte ahí, hasta que venga otro. O cambiar de planes, claro.

Las colas para mí son un lugar para pensar, reflexionar y resumir las conversaciones que has tenido, recordar a la gente a la que has conocido o tener alguna inspiración que otra.

Las colas te hacen esperar igual que las cosas buenas de la vida. Las colas te enseñan paciencia.

No me preocupé, era mi propia aventura, no tenía prisa. Lo que tenga que ser, será. Esos eran mis últimos días en aquel país, en el continente de las sonrisas. Esperé y por suerte había un asiento libre para el siguiente bus por 400 Pesos (6,70 €), en tarifa normal.

De Manila a Tabuk

Mientras se espera a que el bus arranque es normal que vengan vendedores ambulantes a venderte de todo: dulces, pan, fruta… Ni siquiera te tienes que molestar en moverte. Salimos a las 19.30, me esperaba un viaje de 11 horas.

Nada más salir pusieron una película a todo volumen, algo que es muy común en Filipinas (y años después me daría cuenta que en algunos lugares de Sudamérica también es así). Era en filipino, idioma exótico que me interesa mucho porque incorpora palabras en español e inglés. Suena algo como “bla, bla, bla ‘pasiensya’, blah blah ‘school’, blah blah ‘alkalde’, blah blah ‘lamesa’. Casi siempre entendía el contexto pero a pesar de escucharles e intentar entenderles, me dormí. La noche fue normalita aunque me desperté varias veces pero creo que es normal cuando te das cuenta de que hay varias cucarachas cerca de ti. Sí, no pasa nada.

Eso me hizo recordar cuando estaba en Jaipur (India) en un bus y la señora de al lado según iba comiendo iba tirando la basura al suelo. Me sorprendió mucho.

O cuando había un chico sentado en el bus y cogió mi vaso de plástico usado y lo tiró por la ventana. —¡No hagas eso! —le dije—Yo lo tiraré después. A lo que me contestó: —No te preocupes, ya lo limpiará alguien.

Bus India
Bus en India. Es normal dejar la puerta abierta para que la gente pueda entrar en el último momento, aunque el bus ya se esté yendo.

Me acostumbré a ver ese tipo de cosas, ya nada me asustaba. Una pareja me despertó a eso de las cinco, ya estábamos llegando.

—¿A dónde vas, chica? —una pregunta a la que ni sabía cómo contestar.

Les dije con los ojos entreabiertos y aún bostezando pero decisiva:

—Me voy a explorar a Tinglayan, a las montañas.

—Sí pero, ¿dónde es eso? ¿hay alguien esperándote? ¿estás sola?

—Sí, sí, no pasa nada. Cogeré el primer bus que venga.

—¿Un autobús hacia dónde? Vente con nosotros a la siguiente estación, es mejor.

A veces creo que hay alguien por ahí que me cuida, una mano mágica que me ayuda a alcanzar mi destino. Debe ser la carrera que me habla, el viaje que me lleva con mi destino.

Me bajé con ellos, nos dijimos adiós, les agradecí su ayuda y me dijeron que tuviese cuidado. Todavía estaba oscuro y me asusté un poco pero me convencí diciéndome a mí misma: “no te preocupes, Alba, solo unos minutos más y saldrá el sol”.

Me compré un café en una máquina muy útil que hay casi en cada rincón de Filipinas por 5 pesos (0,08 €) y me senté con un hombre que estaba esperando a otro bus. Por supuesto me preguntó: “¿estás sola, sin nadie?”

Coffee 5 Pesos

De Tabuk a Tinglayan

A las seis de la mañana, después de un viaje de 11 horas desde Manila, vino un jeepney, ¡era el mío! Así que me monté, no había nadie y la música que sonaba era country. ¿Música country al norte de Filipinas? ¡Vale!

Desayuné algo que llevaba encima y esperé. Al rato le pregunté al conductor:

—¿Cuándo salimos?

—En una hora.

—Uf, ¡qué bien! (nótese la ironía).

A los cinco minutos ya estábamos en marcha. Me confundió la contradicción pero bueno, ¡ya nos íbamos!

De camino al tatuaje tribal
En el espejo está escrito: «Que Dios bendiga nuestro viaje»

Según se despertaba el país empecé a hacer fotos por todas partes. El paisaje desde mi ventana era precioso. Grabé varios videos para que no se me olvidara el paisaje y sobre todo, el traqueteo del bus.

Hicimos la primera parada donde entró un montón de gente.

Dos señores que eran hermanos se sentaron cerca de mí y empezaron a hablar conmigo.

—Somos ilocanos de verdad, ¿sabías?

—Ilo ¿qué? —les pregunté.

—Ilocanos, los nativos de estas tierras.

Ilocanos Cordilleras Philippines

No tuve tiempo ni de seguir la conversación cuando él empezó a enseñarme fotos en su móvil de una exposición cultural de fotos a la que fue.

«Mira, esto es Manila cuando no estaba tan poblada. Y estas las tribus de la zona», me decía mientras me enseñaba la foto de una indígena desnuda. Ya no quedan más, es una pena.

Después le enseñé cómo hacer videos con su teléfono e hizo uno de mí saludándole. Para él debo ser super exótica, me decía a mí misma. Él estaba feliz y eso me hizo esbozar una sonrisa.

Hablar con ellos hizo que mi viaje fuera más agradable. Aunque estaba cansada no me importaba porque estaba aprendiendo con ese hombre tan sabio que no volvería a ver nunca, más que nada porque no tengo forma de ponerme en contacto con él.

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Datos útiles para llegar a Tabuk

Algo que sí debes tener claro al moverte por Filipinas en bus es que no debes ir con prisa y tener mucha paciencia. Los buses y jeepneys hacen muchas paradas para tener cuantos más clientes mejor y el estado de las carreteras es, digamos… ¡divertido! 

  • Viajar de Manila a Tabuk: Si vas a Tabuk desde la capital de Filipinas, el trayecto de Manila a Tabuk por tierra es de 11 horas y suele ser nocturno (empresa Victory Liner). El bus en Manila se coge en Kamias Station, andando desde la Cubao Station, en la línea 3 del LRT. La otra opción es ir en avión desde Manila a Tuguegarao, una hora de trayecto más o menos y luego desde Tuguegarao a Tabuk en jeepney.
  • Viajar de Bontoc a Tabuk: si viajas desde Bontoc hay buses de 6 horas de trayecto. El primer bus es a las 7am y el último a las 11 am.
  • Viajar a Tabuk desde Baguio: hay 3 empresas que operan desde Baguio a Tabuk: Baguio, Dangwa Bus, Auto Bus, y GL. Es un trayecto de 9 horas y suelen salir por la noche para llegar pronto al día siguiente.
  • Viajar a Tabuk desde Tuguegarao: tomar un jeepney es la única opción y se tarda una hora.
  • Para seguir el viaje desde Tabuk a Buscalan, donde vive Whang Od, sigue leyendo más abajo. ¡La aventura no ha terminado aún!

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to be continued

Sigue leyendo sobre el camino al tatuaje tribal: un viaje desde Tabuk a Tinglayan

 

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Si quieres viajar más por Filipinas, te invito a leer más artículos sobre este gran país:

 

4 respuestas a “De camino al tatuaje tribal en Filipinas”

  1. Que si me ha gustado? Me ha encantado! Me he transportado hacia alli! He estado esperando un momento tranquilo para leerte, porque imaginaba que iba a ser un momento especial! Y no me he equivocado. Felicidades Alba! Un abrazote .Te dejo que me quedan varios capítulos tuyos más por leer;)

    1. ¡Muchas gracias,Irene! Este viaje en bus fue muy especial, no me pareció pesado a pesar de todas las horas que nos tiramos para llegar. Ya sabes que Filipinas es muy especial y la gente muy amable =)

      1. Recomiendo que la gente vaya para que sepan a lo que nos estamos refiriendo y que no solamente vaya a destinos playeros, la montaña esconde muchas historias 😉 un beso enorme

        1. ¡Totalmente! Yo recomiendo, en general, que se salgan un poco de lo establecido y marcado (si quieren, claro). Se aprende más y es más divertido =)

          ¡Un beso!

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