A lo largo de mis años como viajera me han hecho muchas veces las siguientes preguntas ¿y cuál es tu sitio favorito? si tuvieses que elegir un país de todo el mundo, ¿cuál sería? y cada vez que me preguntan contesto, entre confusa y pensativa, una cosa distinta.
Será porque no me acuerdo de mis respuestas anteriores o no quiero acordarme o porque no tengo un sitio favorito sino que llevo conmigo una amalgama de experiencias y sitios inolvidables.
Para empezar no le tengo mucho aprecio a la palabra favorito porque implica que tienes que tener preferencia sobre otras experiencias, que tienes que elegir la mejor. Considero que al comparar todas las aventuras viajeras no hay ni mejores ni peores sitios sino distintos.
Por supuesto que hay lugares de los que nunca te olvidas y otros que ya has dejado atrás por varias circunstancias pero lo que queda al final del viaje es lo que importa. Esas sonrisas, anécdotas, buenos momentos con gente con la que, en la mayoría de las ocasiones, no te volverás a encontrar pero que compartieron contigo un rato único.
Como por ejemplo, perderte por las calles de Bangkok con una canadiense que acabas de conocer a través de un amigo en común. Darte cuenta de que habéis conectado al instante y jugar a ser turistas.
¡La odisea en la que nos vimos inmersas para explicar a los dueños de un puesto de comida que ella era alérgica al pescado y que yo no comía carne! Al ver que no nos entendían ni con gestos ni con onomatopeyas propias de mamíferos (intentamos la vaca, la oveja, ¡de todo!) decidí sacar mi arte a relucir con semejante dibujito:
Seguramente tanto sus noodles como los míos estaban mezclados con lo mismo porque probablemente no nos entendieron, a pesar de nuestros esfuerzos, pero ¿y lo bien que nos lo pasamos, qué?
Me encantan las conexiones que se establecen entre gente que no se ha visto antes y de repente notas un chispazo a los cinco minutos de iniciar una conversación, ¡tenéis cosas en común! compartís una visión del mundo, una comprensión más allá del gusto de las masas o habéis hecho voluntariado por lo menos una vez en la vida (me he dado cuenta de que este último marca una gran diferencia en la calidad de personas que me he ido encontrando).
Y seguramente no vuelvas a ver a esa persona pero sabes que ese momento, en ese lugar, con ese grupo de individuos no se volverá a repetir. Lo bonito es cuando te das cuenta, lo disfrutas y lo saboreas como no tienes ni idea, como si el reloj de arena se escapase de tus dedos. Si pudiera me encantaría escoger varias cositas de los lugares que he visitado para crear un lugar idílico, de cuento.
Mi sitio favorito en el mundo sería…
¿Que qué elegiría? Pues veamos, ¡hagamos un intento!
– Como soy de muy buen comer algo que no puede faltar nunca es probar la comida autóctona cuando viajo. Me gustan muchos tipos de comida distinta y de países tan diversos como India, Venezuela o Rumanía pero hoy, aquí y ahora elegiría la griega, tirando por el sentimiento de pertenencia mediterráneo =)
Un sonido de fondo
Es más que necesario y para la ocasión elegiría el de una mezquita. Debo admitir que la primera vez que lo oí me dio miedito porque era la primera noche que dormía en Turquía y un ruidito que yo pensé fuese el mismo apocalipsis me despertó de mis dulces sueños. Pero una vez que te acostumbras, es místico, distinto, tiene su aquel.
Encontrarte en un bazar y oír de repente al almuédano invitar a los fieles al rezo (lo hacen cinco veces al día así que tienes muchas oportunidades de que pase) es mágico. Algo así. Entiendo que haya gente a la que no le guste pero también estar allí lo hace más único.
Un amanecer en Chichiriviche, Venezuela.
– O en su defecto un atardecer en Atalaia da Cima, Portugal.
Observar al sol entrar y salir es algo que no hago tanto en mi «vida rutinaria» sino cuando viajo. Es un ritual precioso que te ayuda a empezar o terminar el día de una forma más serena, inspiradora.
Los colores de India
No se puede explicar, los colores de la India son un sabor inolvidable para los paladares más exquisitos, despierta tus cinco sentidos, te hace sonreír. Son el azul del mar, son el rojo más intenso que jamás hayas visto. Así es India.
Esto ha sido un intento un pelín escaso de lo que colocaría en mi lugar ideal. Yo por añadir… ¡no pararía!
Y yo me pregunto al hacer tal cosa ¿no estaría quitando la magia, el encanto intrínseco a ese lugar? ¿no estaría pecando en contra de la esencia única de cada cultura?
¿A caso India no es India por sus peculiaridades positivas y las no tan positivas (y ruidosas)? ¿A caso India no es una gastronomía espectacular y un ruido continuo de vendedores, tuk tuks y gente por todas partes?
¿A caso Turquía no es encontrar la paz en sus teterías observando el Bósforo pero también vivir en carne propia el acoso de los vendedores para que compres de TODO en el bazaar?
¿A caso Tailandia no es mágico, colorido pero agobiante a la vez?
¿A caso Irlanda no está compuesta por paisajes verdes hermosos pero acompañados, la mayoría del tiempo, por nubes incesantes?
Cada país es lo que es, es cómo es, con las cosas que te gustan y las que no, las que te sacan de quicio y las que te quitan el hipo. Ahí reside la magia, el encanto, el encontrar tu espacio donde observar, pues no hay dos países iguales.
Así que si tuviera que elegir un lugar del mundo, mi favorito, mi preferido, el único, serían todos los momentos en los que he conseguido estar en ese preciso instante y no en ningún otro. Cuando he conseguido dejarme absorber por la característica del momento, el encanto de su exclusividad.
Mi lugar favorito sería aquel en el que un hombre de la Cordillera filipina me enseñó cómo comer mango con sal y vinagre:
Más sobre esa historia en: el camino al tatuaje tribal.
Mi sitio favorito son los ojos de esta niña, llenos de dulzura e inocencia.
Mi sitio es aquel momento en el que crucé el desierto rajastaní en moto, de noche, con un manto de estrellas sobre mí.
O aquel en el que casi me da un infarto al escuchar al imán desde la mezquita llamando a los fieles a la oración en Turquía (a las 6 de la mañana).
O cuando una valenciana me enseñó a bailar salsa en Londres y lo que una anécdota tan simple puede acarrear (hoy en día sigo bailando y me encanta).
O tantos otros que aun atrás, están a salvo, guardados en el baúl de anécdotas viajeras.
¿Cuál es el tuyo?
muy bonito y aunque no nos nombras se,que uno de tus lugares favoritos siempre esta junto a nosotros
¡Pues claro que lo es! (pero es un secreto y no quiero que nadie me quite ese sitio shhhhhh) =)