Un paseo improvisado por Madrid
Me levanto con decisión, con esas ganas innegables de salir a explorar y la sensación de que hoy va a ser un buen día. Desayuno tranquilamente, cojo mi billete y me voy andando al centro. Son las diez de la mañana y ya hace calor así que me imagino que el día va a estar fuertecito. Menos mal que llevo mi equipamiento de turista a mano; crema, gafas de sol y litros de agua.
Llego a Cibeles y me dirijo al primer bus rojo que veo. Pregunto si es el del recorrido largo y me dicen que no pero me da igual y me monto. Ahí estaba yo, mimetizada en el ambiente; con pantalones cortos, sandalias y gorra. Cámara en mano, mapa y mirada perdida. Parecía una más.
¿Qué mejor sitio para encontrar turistas que en un bus turístico? Siempre he sido reacia a este tipo de servicios, a mí personalmente me gusta patear una ciudad, perderme en sus calles y guiarme por mi instinto pero bueno a veces también hay que probar lo opuesto para rechazarlo por completo (o quizás así te guste). Sobre todo si ganas la entrada en el concurso de Minube en Fitur.
Subo al autobús y elijo un asiento del medio, estratégico. Entono un ‘houla’ con acento guiri para dar más el pego pero nadie responde.
Me pongo los cascos y una sintonía flamenca me da la bienvenida. Empezamos bien…con estereotipos a tope. Venga, cambiemos el chip… Observo a mi alrededor y a los de mi alrededor. Hay familias, parejas, amigas… pegadas a los cascos y haciendo fotos cuando se puede, claro. Cada uno en su mundo.
Yo miro al mundo de fuera, que es el que me interesa. Para algo me he montado aquí, ¿no?
En busca de un turista curioso
Pasamos por la Biblioteca Nacional y yo aún sin saber cuál va a ser mi víctima. ¿Será aquel grupo de asiáticos que no para de hacerse fotos o aquellas dos que no paran de quejarse del calor que hace? ¿Será la pareja de italianos que no para de gritar o la madre e hija estadounidenses que no paran de reírse cada vez que pasamos por un McDonalds o un KFC? No sé qué hacer…
Pasamos por Colón, veo una bandera gigante de España. Quiero comprarme una pulsera con la bandera pero el guía me ha dicho que llevarla aquí es raro y que la mayoría de los españoles tienen desprecio o indiferencia con la bandera de su país. ¿Por qué será? Tengo que leer más sobre esta cultura, no la entiendo.
Estamos llegando al centro. No entiendo la extraña forma de los sombreros de estos señores… ¿Serán toreros?
Decido centrarme en las vistas y en las historias que me cuentan a través de los cascos pero me aburro de este autobús, no hay nada interesante. Me bajo en Sol, doy una vuelta y cojo el bus que hace el otro recorrido. A ver si en éste hay más suerte…
Una pareja de musulmanes con un niño muy gracioso se sientan delante de mí ¿Quizás sean ellos? Sí. Observo su comportamiento, no paran de mirar asombrados al exterior.
Se acaban de subir así que supongo que quedará rato… Pasamos por la Catedral de la Almudena y veo a un montón de caballos y de hombres muy vestidos, ¿será que ha llegado alguien famoso? Esta ciudad es raramente viva y colorida pero sigo sin entenderla…
La verdad es que no sé ni cómo son los españoles porque en el bus nos intentan distraer con historias de los edificios que vamos viendo con música alta de fondo. ¿Es eso suficiente para entender una ciudad? Me intriga el tipo de persona que se sube a estos autobuses, ¿qué quieren, conocer a gente de sus propios países o solo extranjeros? ¿Por qué no coger un autobús normal, donde van los lugareños y observar cómo es la vida aquí? Solo digo…
Llegamos al Retiro y mis victimas se bajan, mi móvil suena, contesto y a la vez que cojo mis cosas empiezo a bajar también. Cuando ya estoy fuera me doy cuenta de que la pareja se ha quedado en la parte baja del autobús. ¡Ay, mi gozo en un pozo! ¡Les acabo de perder!
Tres chicos que parecen coreanos se han bajado a la vez que yo. Parecen estar muy perdidos ¡justo lo que necesito! Le preguntan a alguien cómo llegar a Atocha y siguen su camino. Les quiero seguir pero no tan descaradamente. Ellos van por la acera a un paso muy lento así que me doy la vuelta, entro al parque con la intención de encontrármelos «por casualidad» dentro. Apresuro el paso bajo un calor intenso. Tengo que esquivar perros, turistas extraviados, corredores locos y alguna que otra bici pero consigo llegar.
Llego casi asfixiada y les encuentro entrando al parque. ¡Dios, me siento cual reportera en un país de guerra con miedo a que la pillen por grabar cosas que el mundo no quiere que vea…!
Llega un momento en el que se dividen y no sé por dónde seguir andando… Una de ellas se sienta en un banco, yo me siento enfrente acalorada y cansada. Esto de ir detrás de alguien cual detective no es lo mío… Voy al baño a refrescarme y cuando vengo ya no está. ¡No me lo creo! ¡Se me han escapado de nuevo!
Abatida, cansada y desilusionada me tumbo. Descanso un rato pero decido no rendirme. Veo una pareja joven que entró hace un rato al parque y que está dando un paseo. ¡¡A por ellos!!
Salen del parque y van andando hasta la fuente de Neptuno. En algunos cruces se pelean por tomar una dirección y yo les sigo en la distancia, no quiero que crean que soy una paranoica. Pasamos por un edificio con dos leones en la entrada y mucha, mucha policía. ¿Qué será esto tan importante? No me da tiempo a verlo en detalle, no les quiero perder. Les sigo pero soy una más ¿Qué estoy haciendo? ¿En quién me estoy convirtiendo?
Pasan por este sitio y ni siquiera se paran a verlo. ¿Qué les pasa? ¡Si solo con el movimiento de esos dulces girando y girando me quedo embobada!
En la guía dicen que aquí venden el mejor turrón de España, ¿turrón, qué será eso? ¡Ay, que se me escapan de nuevo! ¡No hay tiempo!
Una vez llegamos a la plaza donde está el oso ese, la chica entra en una zapatería y el chico se queda en un banco leyendo el periódico. ¡Dios, qué aburridos son!
Salen y se meten en otra zapatería. ¡Noooo! ¡Me ha tocado la pareja de jóvenes turistas más aburrida del mundo! Me siento en una parada y observo la vida de esta ciudad pasar delante de mí, una vida que pasa lenta y rápida a la vez. Un Madrid tradicional que lucha e intenta esconderse de la rapidez de lo que supone ser la capital.
Salen, cruzan la plaza y suben por una calle que está llena de gente… el cartel dice que se llama Preciados. Entran en una heladería ¿un helado a las 2 de la tarde, pero estos no piensan comer de verdad?
Me doy una vuelta para despistar, observando al bullicio de esta ciudad. Hay unas cabras locas con colores que asustan a la gente y un Spiderman gordo ¿pero esto qué es, qué le pasa a esta gente? Ya no entiendo quién soy ni dónde estoy.
Salen de la heladería y siguen de compras…
El sol se va escondiendo y la pareja entra en un pub irlandés. ¿En serio? ¿Te vienes hasta aquí para ver zapatillas y entrar a un pub irlandés? Yo me voy al mejor museo a reflexionar sobre lo que he hecho…
¡Ains, qué aburrido y cansado es ser turista…!
Vine para ver la realidad con otros ojos y al final la realidad es la que me ha cambiado a mí los ojos…
¡Eh, no os vayáis todavía! Esta entrada y este juego de identidades no hubiera sido posible sin el libro de “Turista lo serás tú” de la Editorial Viajera. En él, Itziar Marcotegui y Pablo Strubell nos animan a viajar de una forma distinta, a huir de las masas de turistas y a encontrar tu propia forma de viajar.
Yo seguí el número 21 en particular, titulado El Parásito del Turista en el que tenía que seguir a unos turistas durante todo el día para ver lo que hacían. Ya entendéis el porqué de esta locura de carreras sin sentido y comportamiento bipolar extremo.
El libro nos reta a través de juegos a vivir de una forma distinta nuestros viajes ¡y algunos hasta los puedes hacer en tu propia ciudad! ¿Te animas?
¡Viaja distinto!
– – –
Sigue viajando conmigo por Europa: