Navidades de 2013 en India

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¿Navidades blancas en India?

Las Navidades son la época en la que hacemos un repaso a lo que ha sucedido a lo largo del año; a los planes, trabajos, nuevas personas; nacimientos, muertes, sorpresas, enfermedades, sueños, esperanzas…

Afortunadamente en mi caso, no solo observo lo que ha pasado este año sino al conjunto de meses que compusieron mi viaje alrededor de Asia.

Porque este viaje desajustó la distribución mental de los meses, desordenó lo que para mí debería ser primavera, verano o invierno. Aunque al final, nada de eso importaba.

¿Dónde estoy? ¿No debería ser invierno?, me preguntaba en agosto del 2014 cuando tenía la sensación de que llegaría el frío. Estaba preparada y, a la vez, confundida.

Sin embargo, unos meses después, en noviembre sentía que debería llegar el verano. Me llevó un tiempo aclimatarme pero al final lo hice, como de costumbre.

Diciembre es el mes de las reflexiones por excelencia. Analizamos, recapacitamos, comparamos con años anteriores y aprendemos de los errores. Sin embargo, lo único que puedo hacer este año es observar mi viaje, esa aventura magnífica que me cambió la vida y me llevó por cinco países asiáticos.

Lo recuerdo y parece como si no hubiera pasado, tan lejano él, tan distante e inalcanzable. Pero sí, sí pasó. Hace justo un año estaba en India. ¡Oh, India!

Vandana, ¡nos vemos en India!

Mi amiga india Vandana, a quien conocí durante aquel verano que pasé en República Checa haciendo voluntariado, estaba de vuelta en su país y yo, ya que andaba por Asia, no podía dejar de visitarla.

El caso es que me presenté en Delhi y de ahí nos fuimos a Dharamshala. Pasamos una Nochebuena cocinando comida vegetariana y tomando algo en un bar muy interesante donde un Papá Noel tibetano bailó a lo Michael Jackson.

Por raro que parezca me lo pasé muy bien, lejos del consumismo y las celebraciones presuntuosas que están tan de moda hoy en día. Lejos de regalos forzados, comidas copiosas y de la felicidad hipócrita.

Navidades en India
Mis amigas indias

Y yo que pensé que pasaría las Navidades de otra forma, en un clima tropical en la playa, por ejemplo. Sin embargo, la ironía del destino me tenía preparada una sorpresa, la de pasar esos días en el norte de la India, en las montañas (sí, donde hace muchísimo frío).

Curiosamente aquellas serían mis primeras Navidades «blancas» porque cuando viví un año en Alemania volví a casa por Navidad, como el anuncio del turrón.

Himalaya North India

El día de Navidad lo pasamos haciendo el parikrana, un ritual budista según el cual se dan vueltas alrededor de un templo mientras se giran las ruedas de plegaria sobre las que están escritas el mantra Om mani padme hum. Un ritual que me dio mucha paz y serenidad.

Indian temples in Christmas

Tibetan flags in India

Locals doing qora in Christmas
Algunos lugareños haciendo el qora

Descansamos comiendo comida tibetana (buenísima por cierto) y seguimos andando y explorando.

Tibetan food

Excursión por la zona de Dharamshala

El día después de Navidad alquilamos un taxi y nos damos una vuelta por la zona. Hari, un personaje donde los haya, es nuestro conductor durante varios días.

Mi amiga me cuenta que Hari tiene hasta su propia película que narra cómo fue conociendo por teléfono a la que sería su mujer y el día a día de las preparaciones de su matrimonio concertado. Puedes ver el trailer en inglés: When Hari got married.

Reflexiono en silencio sobre el choque entre culturas y lo curioso de la diferencia entre países.

Hari's eyes
Los ojos de Hari

Soy feliz mirando por la ventana, observando paisajes únicos, oliendo a India y sobre todo estando presente en ese momento.

Visitamos varios lugares mágicos por el camino; un templo hinduista y varios budistas, entre los que hay un convento de monjas. Los distintos colores, rituales y paisajes me fascinan.

Temple nunnerie en India

Nuns
Una monja orando

Templos hinduistas y budistas

El templo Baijnath
El templo Baijnath

Entro en mi primer templo hinduista, el templo Baijnath, dedicado al dios Shiva. Nos quitamos los zapatos antes de entrar, nos despojamos de todo aquello que esté hecho con piel animal y entramos. Observo en silencio los rituales, camino con la vista en los fieles, en los colores, en las tradiciones pero con cuidado para no molestar.

Hindu venerando a Nandi en India
Un fiel venera al toro Nandi

El toro Nandi es de los más venerados por los hindúes ya que es el animal que se asocia con el dios Shiva.

Nandi fue un gran fiel de Shiva además de su portero y vehículo. Por esa razón encontramos en todos los templos de Shiva una imagen de Nandi, por lo general sentado y mirando al lugar sagrado donde se encuentra el dios.

En este templo en particular es donde tomé por primera vez el Charnamrit Prasad, una bebida sagrada que se ofrece al final de las oraciones hindúes. Está hecho con nata, leche y Ganga Jal (agua sagrada del río Ganges). Se sirve directamente en la mano derecha, colocada en forma de cuenco sobre la izquierda desde la que se bebe.

Después, nos fuimos a un monasterio tibetano donde pudimos ver a monjes de todas las edades.

Monje tibetano en India
Un monje joven haciendo de las suyas

Monks in India

Temple
Sarasvati, la diosa de la sabiduría

Una forma mágica de cerrar las Navidades, disfrutando de la diversidad de la India, de su encanto. El siguiente reto me esperaba: pasar diez días en silencio y meditando. Para ello tendría que tirarme un día entero en autobús, que puede sonar a mucho (y lo es) pero en India, no es nada. Nada que varias películas de Bollywood o música a todo volumen no puedan arreglar.

Una Nochevieja algo distinta

Tenía planeado salir el 30 para estar por lo menos un día en Delhi y de ahí salir al retiro pero inesperadamente perdimos el autobús, retrasando mi viaje un día más. Eso quiere decir que viajé en un autobús, de noche, el día 31, de diciembre. En India, en un bus, sí.

Pero nadie lo celebró, nadie dijo un ¡feliz año nuevo! así que a las 12 de la noche me dije feliz año a mí misma y seguí durmiendo.

No fue la mejor forma de celebrarlo (¿o quizás sí?) pero así es como fue, distinta, sin duda para recordar de por vida.

Para despedirme os dejo con un poema que copié de Kora de Tenzin Tsundue, gran activista tibetano:

2014-12-20 13.33.01

Horizonte

Desde tu hogar has alcanzado
aquí, el Horizonte.
De un lado a otro
ahí vas.

De allí al siguiente
siguiente al siguiente
horizonte a horizonte
cada paso un horizonte.

Cuenta los pasos
y recuerda el número.

Recoge piedritas blancas
y hojas inquietantes.
Señala curvas
y acantilados alrededor
porque puede que los necesites
para regresar a casa.

Traducción de  Jonathan Beltrán.

 

¡Que tengáis un feliz año!

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