De Tinglayan a la aldea de Whang Od
¡Qué preciosidad de camino! Ando y sigo andando, aún perpleja por la belleza que se despliega ante mí, sintiéndome en el lugar idóneo, en el momento preciso.
Hace mucho calor y el primer tramo del camino ha sido duro pero nada contra lo que la ilusión y las ganas de aventura no puedan hacer frente. Las montañas verdes, quietas, me observan pasar. Se preguntan qué hace una madrileña tan lejos de su hogar. ¿Para qué vendrá tan lejos para encontrarse? le cuchichea una a la otra.
Y yo me pregunto lo mismo pero es algo que nunca sé contestar, por eso sigo viajando y exponiéndome a distintas situaciones y experiencias que me permitan ver el mundo de otra forma, más simple en su complejidad, quizás.
Cualquier lugar es perfecto para perderse pero no todos son idóneos para encontrarse.
Hay algo que me encanta sobre estar sola en un país en el que nadie pueda reconocerme, en el que en parte eres única e invisible. Es la aventura, es el no importarte qué camino escoger, porque es el tuyo y el de nadie más. Tú eres quién decide cada paso, cada conversación, cada sonrisa.
Me cruzo con un grupo de estudiantes que sale del colegio. ¡Menudo sitio para vivir! Rodeado de una naturaleza sabia y pura. Me saludan a la vez, entre curiosos y tímidos, como siempre.
—¿A dónde vas? —Me preguntan los más valientes.
—A Buscalan —les contesto. Y sigo mi camino.
Unos metros más adelante cuatro chicas se acercan y me preguntan si me pueden acompañar. Les digo que sí pero, acostumbrada a que me pidan dinero por todo, les digo que no tengo. Me contestan extrañadas que solo quieren acompañarme, que ellas viven allí.
A veces me siento ridícula y avergonzada por pensar así de la gente pero en estos seis meses he visto muchas cosas y sé de buena tinta que hay muchas personas que intentan aprovecharse de los turistas y eso, pues no mola.
Pero también hay muchísima gente dispuesta a ayudarte cómo sea y con eso es con lo que me quedo.
—¿Todos los días hacéis este camino?
—Sí, todos.
—¡Madre mía! —contesto entre asfixiada y sorprendida.
Y una vez más me dejo embaucar por el paisaje y su gente…
El camino se hace más estrecho. Ellas van como si nada, yo pongo toda mi atención en no caerme.
Parece que a lo lejos ya se ve Buscalan. ¿Allí arriba es donde vamos?
Hacemos una parada técnica, hay que repostar antes de empezar a subir, de verdad. Nos espera un camino de unos 15 minutos de escaleras.
Comparto unos cacahuetes que tenía en el bolsillo. Los terminamos y una de ellas coge la bolsa y la tira al suelo.
—No creo que esta bella montaña merezca que tires ese plástico al suelo. ¿Sabes cuánto tarda en descomponerse?
—Tienes razón, perdón.
Desgraciadamente en Filipinas es muy normal encontrarse basura en plena naturaleza. Supongo que es porque para ellos es un sitio más, están muy acostumbrados a ver tanto verde en sus montañas y azul puro en sus ríos… y no lo aprecian lo suficiente.
Una vez una amiga filipina me dijo entre broma y en serio: «Tiramos cosas al suelo porque es lo que vimos que hacían los españoles, aprendimos de vosotros.»
Los «conquistadores» tiraban la basura porque sabían que los criados se lo recogerían. Teoría que tiene en parte su lógica pero no me sirve de excusa, sobre todo si te piden que pagues un environmental fee (impuesto medioambiental) en cada lugar verde de Filipinas para mantenerlo limpio.
Después de andar casi dos horas (con paradas, claro) llego a mi destino.
Buscalan, la aldea donde vive Whang Od
Todo el mundo me recibe de una forma muy acogedora.
Me reciben con café y, ¡menudo café!
Empiezo a pensar en la razón que me ha traído hasta aquí. ¿De verdad estoy lista? empiezo a tener mis dudas…
Para despejarme me voy a dar una vuelta.
Un grupo de niños se me acerca. ¡Queremos fotos!
¡Más, más!
Sigo andando por la aldea y pensando ¿lo hago o no?
Vuelvo al sitio.
Sí, voy a hacerlo, estoy decidida. ¿Al fin y al cabo no es eso a lo que vine? Me llevó más de 20 horas llegar hasta aquí…
Sigue leyendo sobre el camino al tatuaje
¡Animo!, muy interesante, me sabe a poco, estaba esperando.
¡Hay más, hay más! 🙂 Un saludooo
Hola soy español y quiere ir a kalinga para ser tatuado por esa señora,,como puedo llegar hasta las montañas y saber si la mujer aun sigue en vida
Hola, Sergio:
La mujer sigue viva, sí (madera, madera). Tengo una amiga que se hizo otro tatu hace poco. El camino empieza por aquí, en Manila: https://albaluna.es/filipinas-tatuaje-tribal. Está todo el viaje detallado; desde Manila a Tabuk, Tabuk a Tingalayan, Tinglayan a Buscalan y desde ahí la caminata a Buscalan. Lo único que necesitas es tiempo y ganas.
¡Un saludo y disfruta del camino!
Amiga, personas como yo tienen las ganas, pero no mucho dinero, y si mucho miedo, cuánto gastas más o menos en tu estadía en filipinas? Cómo les entiendes, perdón mi ignorancia, quiero recorrer muchos lugares pero mi primer lugar es Buscalan para hacerme ese preciado tattoo que representará mi valentía salir tan lejos de mi hogar, pero mi parte miedosa me pregunta sobre cómo hospedarme en un lugar donde no hablan mi idioma y sabe si me van a entender.
Hola, Karla:
Muchas gracias por tu comentario, espero poder ayudarte. Aunque es verdad que necesitamos un dinero base para viajar, las ganas y el tiempo son factores mucho más importantes. Suele pasar que cuando tenemos dinero, no tenemos tiempo y viceversa pero si se quiere, se pueden encontrar formas de viajar más alternativas y que no requieran mucho gasto.
En mi caso me comunicaba con ellos en inglés pero seguro que con gestos acabas entendiéndote. Hace poco viajé con mi padre a Irlanda y él no sabe inglés pero no sé cómo hace pero se acaba entendiendo con todo el mundo, la sonrisa y la buena actitud son muy importantes.
Por último te aconsejo que si quieres irte, te vayas de una vez, que busques la forma y no lo dejes escapar si de verdad es tu sueño.
¡Un saludo y buen viaje!
Saludos desde Mazatlán, México. Me fascinó tu odisea. Que sigas teniendo muchísimas más
Atte: Fernando Manjarrez
¡Hola, Fernando!
Muchísimas gracias por tu comentario y salud por esas odiseas.