Pienso, luego existo, se atrevió a decir Descartes hace varios siglos. Y yo, hoy, en el siglo XXI me pregunto si para mí tiene más sentido la frase «escribo, luego existo».
He aquí mi teoría: pensar implica tener una idea, reflexionar sobre esa idea, darle vueltas incluso. Sin embargo, escribirla significa plasmar esa idea con el fin de compartirla.
Ahí reside la principal diferencia para mí, el compartir. Porque ¿qué hacen sino todas esas ideas invadiéndote la mente si no tienen un «uso»? Defínase uso como una contribución sana a la sociedad, una crítica constructiva, una poesía o incluso una nota de buenos días a tu compañero de piso. Todo vale y todo se agradece.
En general lo extrapolaría a crear. Crear es existir, crear es vivir, crear es compartir, no dejar en un rincón de la mente las viejas y nuevas ideas que pululan en nuestro interior.
No dejar que se marchiten, sino motivarlas a que salgan y a que tomen aire fresco para así poder impregnarse de nuevas experiencias, costumbres y formas de ver la vida.
A veces me pregunto si escribir es un mero ejercicio para inflar el ego o un ejercicio de reflexión interno y de expresión externa. A veces me pregunto si tiene sentido lo que escribo, si los ojos que me leen comprenden mi mundo.
A veces me pregunto… pero dejo de preguntarme y simplemente escribo. Sin imágenes, sin nada, así, como la vida misma…
Pues eso, escribo luego existo.
Excelente texto. Esta lleno de belleza y profundidad, además, al leerlo te da la sensación de conexión entre el sentimiento y la reflexión. Al leerlo te dan ganas de escribir.
¡Gracias por todo maestra!
¡Gracias, Juan Carlos!