Fes, la tercera ciudad más importante de Marruecos
Fes, esa ciudad no tan visitada de Marruecos pero que guarda su encanto marroquí más puro. En las entradas anteriores hablé de mi primer contacto con Marruecos y de la comida callejera en Fes así que qué mejor que cerrarlo con los sitios que ver en Fes, la tercera ciudad más grande del país.
El Palacio Real de Fes
Situado en la zona del barrio judío (Mellah), es uno de los más grandes de Marruecos. Sus siete puertas representan los siete días de la semana y las siete escalas de la monarquía. No se puede entrar pero verlo desde fuera merece la pena.
La Puerta Bab Bou Jeloud
Es la entrada principal a la medina, donde empieza lo bueno. Pasar por debajo es entrar en un mundo de olores, colores, vendedores, griterío y cultura viva, es sumergirse en la más auténtica.
La medina: imprescindible
En cuanto entres se te acercará más de uno (y de dos) para que vayas a su restaurante, bar, tienda… y saben de dónde eres a la primera, te cazan rápido. Déjate llevar pero no entres a las tiendas por compromiso aunque insistan. Tienen un poder de convicción muy, muy fuerte así que te aconsejo que tengas claro antes qué quieres comprar y sobre todo qué NO.
Perderte en el zoco de Fes: inevitable
Piérdete al son de las callejuelas y los vendedores ambulantes. No te resistas.
Piérdete en su música callejera, su melodía incesante y su ajetreo diario.
A mí, sinceramente, me estresa tanto jaleo concentrado pero tiene su aquel meterse en el tumulto tan vivo de esta ciudad.
Como prueba un video. Está un poco movido pero entre que llevaba el paraguas en una mano, la cámara en la otra y tenía que esquivar todo tipo de obstáculos, es lo que salió.
Lo bueno es que en el caos siempre puedes encontrar algo de orden, siempre. Puedes encontrarte sitios como éste que parecen huir del bullicio, esconderse del jaleo, silenciando las palabras de vendedores entusiasmados:
Las tanneries o curtidurías
Aquí es donde se procesan las pieles para quitarles el pelo y la grasa, se tiñen, se curten y se dejan secar.
No te aconsejo que pagues por verlas, es un timo, más que nada porque lo puedes hacer gratis. Habrá miles de supuestas guías que te quieran llevar pagando pero en realidad puedes subir a cualquier terraza de las muchas tiendas donde venden objetos de cuero (hay carteles por todas partes) y verlas desde ahí. Eso sí, luego tendrás que hacer el protocolo de pasarte por la tienda con la intención de que vas a comprar pero con las mismas, te vas.
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El olor desde arriba es indescriptible, es bastante fuerte la verdad pero las hojas de menta que te dan al entrar en la tienda, ayudan un poco a aguantarlo.
Piérdete otra vez, te va a pasar
Te aconsejo que preguntes a la gente de los comercios y que estés pendiente de por donde te vas metiendo. Una buena forma de acordarte del camino es ir haciendo fotos de sitios clave.
Si no funciona, siempre puedes preguntar a los dromedarios de la zona, he oído que tienen poderes especiales.
Las medersas o madrazas
Antiguas escuelas coránicas que servían a su vez de residencia para sus estudiantes. Hay tres principales pero la que vimos fue la de Medersa Attarine, una de las más bonitas.
No sé si fue la época o que al ser calles tan estrechas te encontrabas con todo el mundo pero las callecitas estaban llenas de turistas que tenían como dios a una banderita sostenida por un guía. Como había demasiada gente lo vi por fuera y volví más tarde. No aguanto los tumultos de turistas deseosos de hacerse fotos en cada esquina, de verdad.
Tiendas bereberes
Entrar en alguna de las tiendas donde conservan la tradición de tejer con telares antiguos es toda una experiencia. La mayoría son bereberes y en esta tienda incluso nos hablaron en español (muy fluido, además).
¿Ver el partido Barça-Madrid en un bar lleno de tíos (unos 50) y yo?
No estaba en los planes pero bueno, fue interesante ver que el fútbol hace lo mismo en todos los países, dividir y radicalizar a la gente. Seguramente algo para no repetir, ya que no soy fan de ver fútbol sino de jugarlo pero una experiencia, más sociológica que religiosa, al fin y al cabo.
Enamorarte de los gatitos callejeros
Están por todas partes y además son muy fotogénicos, no se resisten a ser fotografiados.
Sobre todo anda, anda y sigue andando. Los marroquíes son muy amables y acogedores y aunque sus vendedores son insistentes e incansables, ahí está la magia de esta tierra, en encontrar ese equilibrio.
Este es el último artículo de mis andanzas por Marruecos (de momento). Pero si te perdiste los de antes, sigue bajando…
¡Hasta la próxima, Marruecos!