Mi primera vez en África: empecemos por Marruecos
África, esa gran desconocida, o por lo menos para mí, que está más cerca de lo que pensamos y nos puede sorprender más de lo que nos imaginamos. Empiezo ligerito, por el norte, por nuestro vecino Marruecos.
Nos montamos en el avión, no sin el previo respeto que dan este tipo de compañías a veces. Yo ya estoy acostumbrada a su trato pero la verdad es que cada vez son más míseros (seguro que sabéis de quién os hablo).
Estamos entusiasmados por lo que es nuestro primer viaje en avión juntos, demasiado tiempo ha pasado, demasiado como para no tenerlo en cuenta y dejarlo de lado.
El vuelo Madrid-Fes es subir y bajar, bien rápido. En un abrir y cerrar de ojos vemos la costa mediterránea española y escasos segundos después la marroquí. Parece mentira pero en una hora y algo estamos en África, en otro continente.
La lluvia nos recibe, de hecho es lo único que nos recibe y despide con la misma fuerza en Fes. Nos bajamos y respiramos el aire de África.
Salimos del aeropuerto y contrariamente a lo que yo pensaba, no nos atosigan demasiado para que nos fuéramos en taxi. Seguimos andando recto y luego a la izquierda, con la decisión de encontrar la parada del bus número 16 que nos lleve al centro.
Cómo llegar a Fes
Dave le pregunta a una señora, aún aturdido por la llegada, que si vamos bien pero se le va la olla y se lo pregunta en castellano, tan natural él. Para nuestra sorpresa la señora nos contesta con un perfecto español que sí, que sigamos andando hasta la rotonda.
—Dave, estamos en Marruecos. Le acabas de preguntar a esa señora en español.
— ¡Ay, no me he dado ni cuenta!—me contesta riendo.
Encontramos lo que parece ser un cartel de autobús, dice arrêt bus así que si mi francés no me falla, es aquí. Le pregunto a dos señores que están esperando, bajo la incesante lluvia, en mi francés macarrónico y oxidado que si aquí para el autobús. Uno de ellos me contesta en español que sí. Mi acento debe ser muy obvio…
Nos subimos en el bus y ya me relajo, cojo un lugar estratégico que me permita ver a la gente que sube y baja y el paisaje a la vez. Esto sí que es lujo para mí; descubrir nuevos rostros, dibujar nuevos paisajes, escuchar otro idioma.
Observar por la ventana es algo que siempre disfruto en los autobuses lugareños. Somos casi los únicos turistas en todo el bus porque nos negamos a pagar treinta veces más por el mismo trayecto (el taxi cuesta de 120 a 150 dírhams, de 12 a 15 euros mientras que el bus cuesta 4 dírhams, unos 40 céntimos).
Desde el primer momento decidimos que queremos vivir la experiencia completa, en contacto con los lugareños, nada de seguir a ovejas descarriadas.
Y ahí estamos, mirando a la gente subir con ganas y golpear el bus en señal de que quieren bajar.
Tardamos unos treinta minutos en llegar a la última parada, la que nos deja en la Gare de Fes, la estación de tren. Habíamos quedado con nuestro anfitrión de couchsurfing en el centro comercial Borj. Nos aconsejaron que cogiéramos un petit taxi hasta allí, unos taxis rojos que hacen recorridos cortos, pero decidimos andar. Andando se descubre más el ambiente, se disfruta más de la autenticidad característica del lugar.
Fes de la mano de un lugareño
Nos encontramos con Abdnour y nos lleva a su casa, vamos andando y hablando con él. Nos invita a comer salawan en la calle, una tarta de garbanzos con picante por encima que está buenísima.
Llegamos a su casa, una casa típica marroquí, con un salón para comer y ver la tele y otro más grande para recibir a más gente, donde sirven el té en las ocasiones especiales. Las casas se entretejen en un jaleo de pisos, de distintas alturas y colores. Sí, estamos en África.
Saludamos con un Salaam Alaikum, un saludo que significa «que la paz sea contigo» y que también se puede usar para despedirse o desear un buen día. Es muy común usar la la forma abreviada Salaam.
La madre nos recibe con una sonrisa y un mrehba, que significa «bienvenidos». Toda la familia nos acoge de una forma extraordinaria, son muy abiertos con nosotros y hasta su hermana pequeña de tan solo siete años nos pregunta curiosa sobre nuestros países. Se los enseñamos en el mapa (del que me enamoré por cierto) y sonríen.
Su barrio, Lirac, es tranquilo, lleno de tiendas tradicionales y peluquerías antiguas. Está lejos del centro y es una buena oportunidad para ver las costumbres más de cerca, sin la influencia externa de turistas.
Esperando el bus para la Medina me regocijo haciendo fotos y absorbiendo el ambiente.
Una de shisha para terminar el día
Por la tarde nos llevan a un bar tipo discoteca a tomar shisha y té marroquí, una combinación que debería aparecer en el diccionario como sinónimo de felicidad. Miro a la gente bailar y sonrió, tomo un sorbo del dulce té con menta y me relajo. Estoy en Marruecos, ¡menudo recibimiento!
Aunque Abdnour nos dice que no es un baile marroquí ni ná, a mí me encanta ver a este hombre que baila porque sí y le importa un bledo el resto.
Brindamos, simplemente por estar ahí. Brindamos con un besseha.
— Besseha!
— Éste es el whisky marroquí, podéis tomar todo el que queráis—nos dice Abdnour, riéndose.
¿Te quedaste con ganas? Te invito a que leas las siguientes entradas de esta aventura:
Espero ansiosa el resto del relato! Por cierto, me ha encantado el video último. Deberían realizar un estudio sobre «Cómo se baila sin bailar en cada país», porque, o es cosa mía, o todos los marroquíes tienen algo en común a la hora bailar, y estoy casi segura que ellos (y el resto del mundo, claro) tienen la misma sensación con respecto a los españoles 😛
¡Es que ese hombre era de admirar! y eso que no le grabé todo el tiempo porque tampoco quería molestar… Me encanta lo aceptado que está bailar así (sin estar bebido ni nada) y por lo que vi los marroquíes son muy bailongos, ¡algo que nos une! ¿no?
Si! bueno, y ponernos a bailar lo que nos echen aunque no tengamos ni idea y salir airosos del paso echándole gracia también es algo que nos une 😛
Pues sí, eso también =)
Por favor necesito información, de alojamientos en familias marroquies que sean musulmanes, en Casablanca. Viajré prontoa Marruecos. Gracias
Hola, Jeanne:
Gracias por escribirme. Yo encontré la familia a través de http://www.couchsurfing.com, una red social para encontrar alojamiento mientras viajas pero claro no siempre son familias. Es totalmente gratuito, solo tienes que crearte una cuenta y buscar a gente en Casablanca que ofrezca su casa. Espero que te sirva de ayuda, si necesitas algo más ¡aquí estoy!
Un saludo.
muy interesasnte tu review sobre marruecos
¡Gracias, Juan José! esta semana más y mejor. ¡Un saludo!