Marruecos: más allá de Marrakech
Desde que pisamos tierra marroquí, los olores a comida casera recién hecha nos reciben alegremente en sus calles. Como me gusta poco comer y probar cosas nuevas, Marruecos se abre ante mí como un nuevo y desconocido paraíso culinario. Y yo sonrío y me froto las manos.
Empezamos por Fes, una ciudad que nos descubre el país más tranquilamente, con su esencia más viva y sin tener que visitar Rabat, la capital de Marruecos (que he oído que es muy caótica) o Marrakech. De todas formas, tengo el presentimiento de que ya vendrán más viajes a Marruecos para conocer otras ciudades de primera mano.
Tal y como descubrí en Asia, comer en la calle es de las mejores cosas que puedes hacer para conocer una cultura ajena. Los desayunos me recuerdan a Turquía, donde la primera comida del día es la más importante y en la que combinan aceitunas con té, queso con pan, dulce con salado. La mesa se llena y mi gula va en aumento.
Comida de Marruecos resumida en sus calles
M’smmens, la crepe marroquí
Qué mejor que empezar el día con un té de menta y M’smmens, una tortita muy crujiente hecha a base de harina y sémola de trigo.
Nos adentramos en el zoco y nos vamos perdiendo, o nos dejamos perder, guiados por el jaleo laberíntico que danza al son de la música del día a día.
Un zumo de naranja recién exprimido siempre es una buena opción para cargarte de energía.
Perderse por las calles de Fes es imprescindible para conocer la ciudad
Seguimos paseando, atraídos por la música callejera, los olores y colores que decoran sus calles estrechas.
Caracoles
Los caracoles se comen en la calle en pequeños cuencos de barro, en los mismos puestos en los que venden garbanzos cocidos con picante por encima.
Chebakia
La chebakia una delicia de pasta frita cubierta de miel y sésamo. ¿Qué más quieres? ¡Adicción totaaaaaal! (con abejas merodeando y todo).
También puedes bailar con un vendedor majo, que te saca unos cuantos instrumentos y te monta un concierto en un momento pero vamos que eso no está en el plan, te lo va dando el propio viaje.
Pero sin duda, comer directamente de un tajine enorme junto a una familia marroquí de diez personas, donde la abuela nos dice con gestos que comamos que si no se acaba pronto, es mi comida favorita de Marruecos, una experiencia que nunca olvidaré.
Comiendo Seffa madfuna con una familia marroquí
El Seffa madfuna es pollo enterrado (literalmente y en profundidad) en fideos. Debajo de esa montaña de fideos, azúcar y almendra picada se esconden dos pollos enteros, que la gente desmenuza sin pavor, comiendo con las manos.
Los miembros de la familia se reúnen religiosamente cada domingo para saborear este tajine casero. Se colocan alrededor del plato y comparten la comida que tanto han tardado las mujeres en cocinar.
Nos sabe mucho mejor por el momento en el que estamos, rodeados de gente acogedora y amigable, personas que no nos conocían y que nos han abierto su casa.
Para intentar compensar
¡Gracias por todo, Marruecos!
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Más artículos sobre Marruecos:
- Llegada a Fes, mi primera vez en Marruecos.
- Qué ver en Fez: un paseo por la tercera ciudad más importante de Marruecos
Que post más sensitivo,chicos, el momento musical es un puntazo 🙂
¡Gracias, Dani! cuando uno viaja abierto a los sentidos, pasan estas anécdotas de forma natural. ¡Es una de las cosas que más me gusta de viajar, el contacto con los lugareños! Un saludo.
Hola!! Qué hermosa experiencia, quisiera conocer Marruecos pero no me animo a ir sin hablar bien el inglés, crees que no hay opción de visitarlo sin manejar bien el idioma inglés??
Hola, María:
Pues la verdad es que muchos marroquíes se defienden en español, sobre todo los mercaderes (para venderte, por razones obvias). El francés puede ayudarte más que el inglés y los gestos, también.
Por el idioma que no sea, vamos. A veces entenderse con otras culturas es más fácil de lo que teníamos en mente =)
¡Anímate a ir y buen viaje!