Té en Asia: un viaje por India, Tíbet y Taiwán
En India: Té Masala
En India la indecisión entre té y café fue a mejor. No probé mucho el café pero me enganché al Masala chai (té Masala) hecho con leche, especias, hierbas aromáticas y azúcar, mucho azúcar pero me encantó su sabor.
Normalmente te ofrecen uno allá donde vayas sobre todo si quieres comprar algo. A los indios les encanta vender y aún más si es con una taza de té en las manos. Me recordó a Turquía cuando los vendedores me ofrecían una taza de té antes de cerrar un trato o bueno, porque sí.
—Madam, no se preocupe por el precio, siéntese y ahora le traigo una taza de té, ¿le gusta el té Masala?
—¿Que si me gusta? ¡claro! —contestaba ojiplática en cada lugar al que iba— y ese sería el cuarto té que me tomaba seguido. Después mi corazón iría a mil por hora y los colores se volvían más intensos a mi alrededor pero estaba feliz, feliz y adicta. El café ya no me importaba porque… ¡todo lo que necesitaba en mi vida era el té Masala!
Té Masala en Pushkar, India
En Pushkar subí al templo Savitri en lo alto de una montaña y en el camino me crucé con una cafetería/tetería donde el dueño decía tener las mejores especias para hacer té Masala. ¿Té Masala? ¡Ahora vuelvo!
Así que subí a ver el templo, me llevó unas dos horas pero las vistas fueron hermosas y el recorrido muy tranquilo.
Fui despacito porque hacía mucho calor pero el «Namasté» o «Bienvenida a India» pronunciados por las personas que me cruzaba en el camino me dieron la fuerza para seguir andando.
Llegué y entré al templo Savitri. Por primera vez en India compré unos caramelitos blancos, una de las comidas bendecidas más típicas que se ofrecen a los dioses (Prasad) y seguí la ceremonia hinduista.
Salí y me encontré con un mono. Ahí empezó todo. Un mono, una bolsa de caramelos y yo.
¡Uy, mira qué mono más gracioso!
¡Qué gracioso! —me dije para mí.
Se me acerca y me pone la mano, este mono sabe lo que hace… Un señor que andaba por allí me dijo: «dale uno que si no es peor».
Me mira desafiante. Yo echo un paso atrás.
Decido dárselo y de repente me veo rodeada no solo de él sino de todos sus amigos. Uno de ellos me arranca la bolsa de la mano y todos los caramelos se cayeron al suelo. Me sentí como una niña a la que le acaban de robar su juguete.
Hasta ahí mi historia con los caramelos en India, quedé traumatizada de por vida. No volví a comprar más por si a caso había algún mono merodeando por ahí. La historia con los monos en cambio siguió en Filipinas…
Me estuve riendo un rato yo sola y después empecé a bajar la cuesta. Mi té Masala me estaba esperando, no me importaba nada más.
Llego a la cafetería, decorada con colores vivos y me siento con los únicos clientes que hay, un hombre de Francia y una señora de Nueva Caledonia que están bebiendo té. Converso con ellos un rato hasta que se van.
Jony, el dueño de la cafetería, y yo seguimos hablando. Me gusta la filosofía de este hombre. «Compartir, cuidar y aprender» tiene escrito por todas partes, para que quede claro a los que visitamos su teteria improvisada. Charlamos un rato más sobre religiones, países y conflictos humanos. Coincidimos en que todos los conflictos se acabarían si nos respetásemos en nuestras diferencias.
Cómo hacer té Masala
Jony me enseña cómo hacer el té Masala. No puedo de la felicidad, ¡por fin voy a saber el secreto!
Se hierve la leche, se le echa té negro, especias mágicas o como él lo llama el «pellizco mágico». Las especias básicas son cardamomo, clavo, pimienta, anís estrellado, jengibre y canela. Sin embargo, él dice que le echa unas diez en total pero que son secretas porque es una herencia de su abuela. Después se le echa azúcar y ¡a beber!
¡Ay, madre! No sé cómo he podido vivir sin este té…
Le escribo una dedicatoria en su libro de memorias, le compro un botecito de hierbas «mágicas» para llevar a casa y me voy más contenta que unas pascuas.
La influencia tibetana en India
La comida tibetana que probé en India me encantó pero debo admitir que el té con mantequilla tibetano ཇ་སྲུབ་མ་ (en tibetano) que bebí en Dharamshala hecho con mantequilla de yak y sal, no fue de mis favoritos. Tenía un sabor grasiento y amargo muy peculiar que entiendo que es bueno para llenarse de energía en las alturas del Tíbet pero no es lo mío. Pero bueno igual, ¡tenía que probarlo!
Té de burbujas en Taiwán
El té de burbujas, herencia de Taiwán y que probé tanto en Taiwán como en Tailandia, me encantó. Puede estar hecho con o sin leche pero siempre con las bolitas de gelatina en el fondo, de ahí su nombre.
Café en Asia: viaje por Tailandia y Vietnam
Café en Tailandia: la dulzura hecha café
Mi próximo destino fue Tailandia donde descubrí que no pueden tomar café si no es muy dulce. Ya sea con leche condensada, con hielo o todo en uno.
En este sitio nos sirvieron el café con leche condensada en un vaso pero también puede que te lo den así, en una bolsita con pajita (espero que en algún momento dejen de usar tanto plástico):
En un vaso de plástico con un asa muy bonito o como en las fotos de la derecha en una bolsa de plástico directamente (en los puestos de la calle). No solo meten el té y el café sino cualquier bebida refrescante que te puedas imaginar. Curioso, ¿no?
Café vietnamita: el que se hace de rogar
En Vietnam disfruté de la tranquilidad que me proporcionaba tomar un café sin prisas. Se tomaba su tiempo para salir y la verdad, es que a mí no me importaba.
El café vietnamita con leche condensada (Cà Phê Sữa) tiene un aroma y sabor únicos que me recuerdan un poco al sabor del cacao. Es espeso y denso y la leche condensada compensa su fuerte personalidad.
Gota a gota cae, haciendo que lo desees.
Gota a gota se mezcla con la leche como si se hicieran el amor uno al otro.
Gota a gota se para y la experiencia por la que has pasado culmina cuando tomas el primer sorbo y te sumerges en un mundo de sabor infinito.
La peculiaridad del café vietnamita es que los granos de café pueden ser macerados con distintos sabores como el de avellana (muy rico, por cierto). Sin duda lo que más me gusta del café vietnamita es que te hace esperar, se hace de rogar; y todo lo que se hace esperar, merece la pena.
Entonces, ¿eres más de café o de té?
Una respuesta a “Entonces, ¿café o té?”