Trece de julio de 2022
Empezar un cuaderno. Volver a empezar. Arrancar páginas antiguas que ya no sirven. No sirven y, a su vez, sirven de aprendizaje. Sirven para tantas cosas que no sabemos qué hacer con ellas, ¿no? ¿Las desechamos? ¿Las reciclamos? ¿Escribimos encima? ¿Las quemamos?
Las hojas se confunden y eso infunden: sabiduría y buenos alimentos.
Quiero abrazarte. Quiero fundirme de nuevo. Sí, quizás desaparecer en otro cuerpo para no ser vista. Fuimos una y al ser una no hay otra parte por ser deseada, por ser «adquirida». Ya SOMOS. TODO. El universo está dentro de nosotras. Tan potente, tan sintiente que asusta. Tan al borde del abismo que da miedo.
No sé si es el miedo o la seguridad de que, a partir de ahora, quiero CONFIAR una vez más. No solo una vez más sino que no debo parar de confiar. Cuando bajo la guardia y empiezo a pensar demasiado es cuando el universo me dice: «Ey, para. No es por ahí. ¿Puedes escucharme?». Y vuelvo al origen. Vuelvo a la raíz. Respiro y confío. No era tan difícil, ¿ves? Sigue leyendo, compartiendo tardes de café con gente hermosa y helados de maracuyá que saben a despedida.
Llegué a creerme que las despedidas se me estaban dando mejor pero descubro de nuevo esa sensación de angustia y de vacío. Ahí justo en el pecho. Ahí justo en el esófago, donde quema. Ahí donde te quedas sin aire y no sabes por dónde ir ni qué decisión tomar.
El autobús 12 me aleja de ti y me acerca a mí. Nuestra historia de amor surgió y resurgió. Se movió y nos (re)movió por dentro. Conexiones que penetran en el más fondo de los fondos y rebotan, explotan de éxtasis y llenan nuestros cuerpos de fuegos artificiales. Con lo difícil que es conectar de esta manera y vamos nosotras y nos despedimos. De la manera más fría que puede haber.
Un abrazo que no siento como los otros mil que te di en el transcurso de dos días laborales en los que nuestro trabajo era sanarnos debajo de un edredón marrón que fue testigo de nuestros jadeos, risas y bobadas extremas. Qué sensación de conocerte de antes. Qué conexión. ¡Qué regalo!
Viéndome desde fuera (porque sabemos que somos muy, muy parecidas) me observo infinita, reinona, poderosa. Me veo victoriosa, llena de amor por dar y recibir. Cubierta y rellena de polvo de estrellas que nos baña. Me baña de amor propio, estabilidad y la seguridad de tener(me) para toda la vida.
- No quiero ser percibida como insistente. Todo llega.
- No quiero ser percibida como agobiante. Todo llega.
- No quiero que me sientan desesperada y sin más dulce morada que la eternidad sufriente, la eternidad convaleciente.
Me gusta escribir, no dejes que tu ego te diga que lo que escupes no es suficiente ni valioso.
I’m beautiful. I’m free. I’m enough. I’m safe. I don’t need to be like them, I just need to be like ME. (Soy linda. Libre. Suficiente. Estoy a salvo. No necesito ser como ellxs, solo necesito ser YO).