Dilema: visitar lugares muy turísticos, ¿sí o no?
Esta es la historia de cuando fui a visitar Palawan en Filipinas, específicamente Sabang; tierra de mar infinito, cascadas y aventuras inesperadas. En realidad no sabía si ir o no porque ya me advirtieron que era un sitio muy turístico porque en Sabang se encuentra el lago subterráneo más largo del mundo. Suele suceder cuando viajo que mis ganas de evitar el gentío turístico y las de estar en un sitio inigualable entran en conflicto.
Esta vez decidí darle una oportunidad al turisteo. Ofrecían miles de paquetes, de ovejitas turistas que van unas detrás de otras. Todos mis respetos a quién le gusta viajar así pero yo decidí irme sola, con los lugareños.
Viaje de Puerto Princesa a Sabang (Filipinas)
Desde Puerto Princesa cogí una furgoneta en la que cabíamos unas diez personas en total. Tardamos unas cinco horas en llegar pero el viaje fue increíble, los pueblitos donde íbamos parando y el paisaje eran espectaculares, de montañas llenas de color verde y marrón que se juntaban con las casitas típicas de la zona, hechas de madera de bambú.
Y allí estaba yo. La entrada al pueblo de Sabang es atractiva para turistas. Lo primero que debe hacer toda persona que quiera ir a visitar el lago subterráneo es acercarse a un puestecillo de medio ambiente a pagar un impuesto (después de haber pagado ya un impuesto medioambiental que tienes que pedir con un día de antelación en Puerto Princesa).
Tras abonar la tarifa me dirigí a la zona de donde salían las barcas para el lago. Eso sí, estaba plagado de turistas con sombreritos. Me acerqué a un barquero y negocié con él para que me dejara ir con ellos en la barca (el resto de ellos ya lo había pagado junto con el paquete borreguero).
Mientras los estadounidenses, italianos y algún ejemplar más se hacen fotos con los chalecos (de un color naranja fluorescente horroroso) haciendo posturitas, yo observo mi alrededor. Me pregunto si ellos son capaces de ver lo que yo estoy viendo o si pueden siquiera apreciarlo.
Los colores, la gente, el paisaje…
Con el chaleco salvavidas puesto nos subimos a la barca. Me niego a ser uno de ellos y a la vez me digo: «disfruta de este paisaje aunque la marea naranja disturbe la vista». Tras unos minutos de belleza natural o minutos de sufrimiento del italiano que quería llevarse todo grabado en su cámara de vídeo, depende de cómo se mire, llegamos a nuestro destino.
Sabang, el pueblo que acoge el lago subterráneo más largo del mundo
En la entrada un cartel nos recuerda que acabamos de llegar al lago subterráneo de Palawan, declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si sigue sin quedarte claro adéntrate con la marabunta naranja de fotos estúpidas, donde todo tipo de tiendas te da la bienvenida. ¡Qué triste!
Bueno, yo sigo andando, por un camino hecho con tablas de madera, diseñado supongo por si a caso la preciosa arena blanca daña los delicados pies de algún turista. Nos encontramos con monos, y ahí es cuando empieza la feria. La gente corre como loca detrás de ellos, para tocarlos, hacerles fotos o chillarles a la cara. Me cuesta distinguir quién es el humano…
Trato de salir de ahí, sigo andando y me encuentro con la maravilla que había venido a ver. El color turquesa de sus aguas me embruja, la forma de las piedras y la cueva desdibujada al fondo me…
—¡Rápido! ¡Sigan a su gruuupo! ¡Cojan un casco y pónganse a la cola!
—Pero, ¿qué es esto? ¿El mercado?—me pregunto confusa.
¡Menuda forma de romper la magia del ambiente! La gente sigue haciendo fotos como loca, a las piedras, a la arena, a su hijo con el casco, todos apresurándose porque casi no había tiempo, no nos dejaban disfrutar del paraje único.
Yo me digo, a mí no me van a aguar la fiesta… Tranquila me subo a la barca, más pequeña esta vez. La marabunta naranja sigue ahí, presente, a cada lado que miro un casco o chaleco naranja irrumpe en el idílico paisaje así, sin pedir permiso.
Nos adentramos en la cueva, el barquero es muy simpático, nos cuenta casi cantando las distintas formas que han adquirido las rocas mientras las ilumina con su linternita mágica. Y el italiano dale que te pego con la camarita.
Estooop, estooop! no paraba de decir el italiano (sí, el mismo) para que el hombre linterna dejase el foco en el lugar que él quisiese, cuándo él quisiese, para retratar ese momento tan único y oscuro con su cámara. Me pregunto qué tipo de video enseñaría al llegar a casa…
Mai tu sei brava! me dice la italiana (la mujer del hombre cámara) al contarle con mi españoitaliano que he estado seis meses viajando sola por Asia. ¡A mí también me gustaría hacerlo! pero me da miedo, añade.
El barquero nos cuenta unas cuantas historias sobre las especies que ahí habitan, vemos unos murciélagos y unos escritos pintados de la gente que descubrió la cueva (esto da un poco de miedito). Aunque ya había estado en varias cuevas anteriormente debo admitir que ésta me impresionó sobre todo por la altura de uno de los espacios y es que tenía nada más y nada menos que 30 metros de altura.
No sé pero estos sitios me causan un pelín de respeto y escalofríos. Todo oscuro, con murciélagos por todas partes y a saber qué otras extrañas criaturas aguardan en sus aguas… Unos cuarenta minutos dura el recorrido y ya salimos. El barquero me sonríe victorioso, ¡estamos vivos!
En la orilla el siguiente grupo espera, deseando sacar sus cámaras a relucir, expectantes por contárselo a sus conocidos o publicarlo en las redes sociales. Yo dejo el casco, me quito el chaleco y me voy a explorar, tiene que haber algún sitio donde no haya turistas.
Me apresuro, ya que nos han dicho que tenemos solo unos minutos hasta que el barco zarpe de nuevo. Unos minutos para ir al baño, o comprar souvenirs, o hacerse fotos con los monos. Yo paso de todo eso y me voy.
Justo detrás del gentío descubro un sitio sin un casco ensordecedor, sin un chaleco chirriante, solo la naturaleza pura, como estaba antes de que convirtieran este lugar en destino turístico masivo.
Y los barqueros tan tranquilos, viendo a los turistas pasar, llevándoles de un lado a otro. ¿Qué estará pensando este hombre?
La típica foto de turista no podía faltar (me obligó la pareja italiana a hacerlo). No hubo escapatoria así que aquí está:
Aunque a mí particularmente me gusta mucho más ésta:
Nos montamos de nuevo a la barca y volvemos a Sabang, la siguiente aventura comienza. Tengo que encontrar un sitio donde quedarme a dormir aunque al juzgar por lo turistíco del lugar no creo que tenga problemas.
Pero eso es algo que os contaré el próximo día. Mientras os dejo con una idea/dilema sobre la que este viaje en particular me hizo reflexionar aún más:
¿Turista o viajero? ¿Importa a caso?
Consejos para visitar Palawan
- Con antelación se encuentran vuelos baratos desde Manila a Puerto Princesa con Cebu Pacific.
- En los aeropuertos de Filipinas hay que pagar impuestos de vuelo nacional e internacional. Se pagan en inmigración con moneda local.
- Recuerda que si quieres visitar el lago subterráneo de Sabang tienes que adquirir el impuesto medioambiental al menos un día antes.
- Desde Puerto Princesa se tardan unas 5 horas en llegar a Sabang. La única forma de llegar desde Sabang al lago subterráneo es en lancha. Recomiendo ir al puerto y hablar directamente con los lancheros o guías y regatear el precio.
Una respuesta a “Ir o no ir, esa es la cuestión: visitar lugares turísticos, ¿sí o no?”